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martes, 25 de noviembre de 2014

LOS MAYAS HOY



Los mayas, afortunadamente, no desaparecieron con la Conquista; resistentes como pocos a los cambios y al olvido, conservan hoy en su cultura profundas raíces milenarias a pesar de que han convivido durante más de quinientos años, con grandes dificultades, de la mano de la civilización occidental que intentó someterlos. Buena parte de la tradición maya prehispánica se ha conservado en el seno de la vida familiar de los diferentes grupos étnicos.
No obstante, los mayas no han podido evadir del todo las grandes transformaciones globales que ha sufrido el mundo occidental durante los últimos años: ha tenido que enfrentar periodos de migraciones, la influencia de diversas regiones mesoamericanas y centroamericanas, crisis políticas, económicas y sociales, lo que ha llevado, entre otras cosas, al surgimiento o la declinación de distintos señoríos o grupos de poder. No en balde han tenido tantos encuentros y desencuentros con distintas facetas de la cultura occidental, desde el enfrentamiento con los españoles en el siglo XVI hasta los embates del capitalismo de nuestros días, que todo lo convierte en objeto de mercado. Así, la civilización maya ha sufrido cambios de maneras cada vez más radicales.
Las modificaciones entre los diferentes grupos mayas ha variado dependiendo de su ubicación geográfica; en las zonas aisladas han sido menores, pero en las que han tenido mayor contacto con occidente ha habido cambios sustanciales en todas las áreas: tanto en la organización política de los pueblos como en su vestido, su alimentación, sus herramientas de trabajo e, incluso sus fiestas y ceremonias. La actual fisonomía del territorio maya se configuró paulatinamente desde hace más de 500 años, pero este proceso se intensificó en el siglo XIX, al imponerse fronteras arbitrarias y artificiales entre comunidades que tradicionalmente habían permanecido unidas, o al intentar fundir pueblos que nunca habían compartido el mismo territorio.
Como resultado de estos hechos, en la zona maya actual habitan personas de distintas culturas y hablantes de muy diversas lenguas. Los grupos mayas de hoy conviven tanto con pueblos indígenas de otras familias lingüísticas como con pueblos mestizos. A la fecha subsisten por lo menos 28 lenguas indígenas, las cuales tienen un origen común, pero pertenecen a once grupos lingüísticos diferentes distribuidos a lo largo y ancho de toda el área maya.
A pesar de todo, aún hoy es posible reconocer en la cultura maya una base esencial de origen prehispánico que se niega a desaparecer: una forma de entender y vivir el mundo que se manifiesta en ritos domésticos, en sistemas de curación, en prácticas agrícolas y en las relaciones de parentesco. Esta peculiar cosmovisión es, según algunos investigadores, el núcleo duro que ha mantenido los valores y representaciones fundamentales de la antigua cultura maya a salvo de los avatares de nuestros tiempos, aunque incluso este núcleo ha cambiado imperceptiblemente a lo largo de los siglos.
En la actualidad, las comunidades mayas enfrentan nuevos retos; frente a la tendencia general hacia la globalización y la homogeneización del planeta, intentan reafirmar sus diferencias y permanecer ajenos a las modas que han hecho de innumerables culturas indígenas objetos de consumo. Esto se debe, en buena medida, a que los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías han acortado las distancias en prácticamente todos los rincones del mundo, de tal forma que para las comunidades mayas ha sido imposible permanecer aisladas.
El neoliberalismo de nuestros días, como el liberalismo del siglo XIX, amenaza con desintegrar comunidades indígenas enteras; por ello no es de extrañar que diversos grupos mayas hayan levantado su voz para reclamar autonomía y el derecho a ser espetados. Por supuesto, estos pueblos tienen nuevas formas de identidad colectiva y de organización, pues viven una problemática socioeconómica y cultural muy compleja dentro de su cotidianidad.
En diversas localidades mayas, como Chichicastenango, Santiago Atitlán o San Juan Chamula, por dar sólo unos cuantos ejemplos, el centro de la vida social es la plaza, presidida por la iglesia y los edificios de las autoridades. La población vive tanto en el pueblo como en caseríos dispersos por los alrededores, y en las afueras están las tierras de labor, donde se cultivan legumbres como el maíz, el frijol, la papa y la calabaza. El mundo que rodea al pueblo aún tiene connotaciones sagradas, ya que el indio sacraliza desde antiguo los espacios naturales. Algunos montes cercanos, los ríos y las cuevas son todavía lugares de culto.
Desde esta perspectiva, la religión maya ha adquirido, a lo largo de los siglos, curiosos matices. Desde la Conquista, con el fin de delimitar el culto pagano, los españoles impusieron a los indígenas de cada comunidad un sistema de cofradías para congregarlos en torno a la figura de un santo que venerar; este sistema es, a la fecha, una organización piramidal de cargos que premia la buena voluntad y favorece el reconocimiento social de manera muy similar a la que tenían los indígenas de épocas prehispánicas. Así, los indios sólo tuvieron que dar a los santos la antigua personalidad de sus dioses. En algunas comunidades de hoy, aunque se practican sacrificios rituales de animales que nada tienen que ver con el catolicismo, la figura de Jesucristo se confunde con la del dios Sol, y la de la virgen María, con la de la diosa Ixchel, patrona de la fertilidad y la medicina.
De igual forma, la liturgia católica tampoco logró eliminar la figura del curandero o sacerdote, quien hoy, como en tiempos antiguos, es portador del conocimiento e intérprete del calendario ritual que le permite interceder ante los dioses, los santos o las fuerzas naturales que rodean al mundo de los mayas. Así, la llegada de los españoles culminó, siglos más tarde, en la creación de una fe sincrética que se modifica día tras día.




FUENTE: ( http://oncetv-ipn.net/sacbe/mundo/mayas_de_hoy/)

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