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jueves, 15 de enero de 2015

EL SABIO ALEMAN



Erich Fromm (23 de marzo de 1900 en Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania-18 de marzo de 1980 en Muralto, Cantón del Tesino, Suiza) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán.

Miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Fráncfort,



Fue uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX.







Pensamiento

Tres libros son particularmente importantes para conocer el pensamiento del sabio alemán. El primero es El miedo a la libertad, el segundo El arte de amar y el tercero es El corazón del hombre. En ellos se manifiesta inconforme con su pertenencia a una “escuela” nueva de psicoanálisis, para concluir diciendo que él propone una estructura filosófica de referencia diferente, la del humanismo dialéctico. A pesar de esto, se considera que los libros El miedo a la libertad, Ética y psicoanálisis y Psicoanálisis de la sociedad contemporánea presentan también una continuidad en lo que atañe al pensamiento psicológico de Erich Fromm, además de que en esta última funda lo que él llama el psicoanálisis humanista, mientras que en Ética y psicoanálisis sustituye el sistema freudiano de desarrollo de la libido por uno que se basa en los procesos de asimilación y socialización del individuo. Él mismo menciona, al inicio de Ética y psicoanálisis, que es menester leer ese libro junto con El miedo a la libertad para comprender completamente su caracterología.

Fromm dice, en el prefacio de El corazón del hombre, que El miedo a la libertad fue el fruto de su experiencia clínica y de la especulación teórica para comprender tanto a la libertad, como a la agresión y al instinto destructor. El pensador distingue entre la agresión al servicio de la vida, biofilia, y la necrofilia o agresión al servicio de la muerte.

En un libro posterior, El arte de amar, Fromm analizó la capacidad de amar y, por el contrario, El corazón del hombre tiene como eje la enunciación y caracterización de dos síndromes, el de crecimiento (amor a la vida, a la independencia y la superación del narcisismo) y el de decadencia (amor a la muerte, a la simbiosis incestuosa y al narcisismo maligno).

Para Fromm, que vivió en plena Guerra Fría, ésta es el reflejo del síndrome de decadencia, pues a pesar del enorme riesgo de muerte, prevalece el odio inspirado en un narcisismo maligno, suicida; se impone entre los gobiernos de las superpotencias.

A Fromm le interesa la visión de Thomas Hobbes, en el sentido de que el hombre es lobo del hombre, pero al mismo tiempo destaca la inclinación humana al autosacrificio. Se pregunta respecto de esta condición dual si es el hombre lobo o cordero de sí mismo. En busca de una respuesta recurre al Nuevo Testamento para concluir finalmente que este libro refleja tanto una condición como la otra, y concluye que el individuo es a la par lobo y cordero.

Sin embargo, no todos los hombres han desarrollado de la misma manera ambas condiciones, pues en la inmensa mayoría predomina el cordero, en tanto una minoría es dominada por la condición de lobo, pero esta minoría ha sabido exaltar la condición de lobo que existe en la inmensa mayoría, y cito:


Pero si la mayor parte de los hombres fueron corderos ¿Por qué la vida del hombre es tan diferente de la del cordero? Su historia se escribió con sangre; es una historia de violencia constante, en la que la fuerza se usó casi invariablemente para doblegar su voluntad. ¿Exterminó Talaat Pachá por sí solo millones de armenios? ¿Exterminó Hitler por sí solo a millones de judíos? ¿Exterminó Stalin por sí solo a millones de enemigos políticos? Esos hombres no estaban solos, contaban con miles de hombres que mataban por ellos y que lo hacían no sólo voluntariamente, sino con placer.

Fromm concluye que “El hombre ordinario con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad y no el malvado o el sádico”, lo cual se puede concretizar cuando se combinan en él las tres orientaciones que forman el síndrome de decadencia y que “mueve al hombre a destruir por el gusto a la destrucción y a odiar por el gusto de odiar.”

En contraposición, describe el síndrome de crecimiento: “el amor a la vida (en cuanto opuesto al amor a la muerte) el amor al hombre (opuesto al narcisismo) y el amor a la independencia (opuesto a la fijación simbiótico-incestuosa).

Desde luego que una mentalidad tan rica y creativa como la de Erich Fromm que vivió intensamente su tiempo, que abrazó a un marxismo alejado del totalitarismo imperante y que rechazó a un capitalismo feroz, que además fue un educador, un literato de gran atractivo pues sus libros son de fácil lectura y que combinaba tanto su experiencia clínica con su meditación filosófica, produjo un rico pensamiento dotado de muchas aristas expuestas a lo largo de más de veinte libros que es imposible encasillar en un capítulo como el de este artículo. Sin embargo, el barrunto anterior es el centro que permanece reiterado tanto en sus libros previsores de la sociedad como en el juicio a los grandes personajes de nuestra historia.

Son de importancia trascendental sus estudios acerca de la relación que existe entre los sistemas políticos totalitarios y las religiones monoteístas. Según Fromm, las religiones monoteístas educan a los individuos en la obediencia ciega a una autoridad superior, que pone las normas por encima de cualquier razón o discusión. Así, el individuo queda reducido a un mero servidor de un dios todopoderoso. Esta mentalidad masoquista, adquirida desde la infancia, sería la base psicológica que ha hecho que muchos hombres sigan ciegamente a dictadores como Hitler. Es interesante percatarse de la gran similitud que tienen estas ideas de Fromm acerca del monoteísmo con las de otro gran pensador: Joseph Campbell. Poco antes de morir, Fromm publicó un libro que supuso un paso adelante en su pensamiento: Anatomía de la destructividad humana. En este escrito planteó la idea de que el hombre se decanta en su vida entre dos fuerzas: la biofilia y la necrofilia. La primera es la fuerza que impulsa al ser humano a amar la vida y a crear. La segunda es el reverso tenebroso de esta fuerza. La necrofilia surge cuando el hombre se decanta por el egoísmo, y conlleva la soberbia, la codicia, la violencia, el ansia de destruir y el odio a la vida. Es de destacar el magnífico estudio que Fromm hizo, en este libro, acerca de la personalidad de Hitler basándose en esta teoría de la biofilia-necrofilia.

Al igual que lo anterior, Fromm fue un firme defensor de los derechos de la mujer, por eso se mostró siempre entusiasmado por las obras de Bachofen, así lo expresó: “La comprensión plena de esta ideología patriarcal exigiría un análisis más detallado. Baste decir que las mujeres constituyen una clase dominada y explotada por los hombres en todas las sociedades patriarcales; como todos los grupos explotadores, los hombres dominantes deben producir ideologías a fin de explicar su dominación como natural, y por lo tanto necesaria y justificada. Las mujeres, como la mayoría de las clases dominadas, han aceptado la ideología masculina, aunque en privado sustentaban sus propias ideas contrarias. Parece que la liberación de la mujer comenzó en el siglo XX, y que va acompañada por un debilitamiento del sistema patriarcal en la sociedad industrial, aunque ni siquiera hoy existe en país alguno una igualdad total, de facto, de las mujeres”.

El tema de la dominación de la mujer era una de las cuestiones de principal preocupación para Fromm por eso su rescate de Bachofen y por eso afirmaba: “El dominio de los hombres sobre las mujeres es el primer acto de conquista, y el primer uso explotador de la fuerza…”

FUENTE : (http://es.wikipedia.org)

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